Me cuesta hablar de mí, ¡pero qué más da...!

Tengo 18 años y estudio Prevención de Riesgos en la UTEM de 18. Toda mi vida ha girado en torno a la iglesia, mis papás son pastores, mi hermano es el más jóven asistente de coro en la historia de la congregación. Desde que tengo memoria he estado rodeada de bancas y biblias...

Soundtrack Capítulo 9 "Mutua Bendición"

viernes, 23 de enero de 2009

"Mutuas Bendiciones"

Cuando vi a Débora en el terminal no me sorprendió. Temí más la reacción de josué ante el impacto de ver a su hija en los dominios de otro hombre. Es bastante marcada esa lucha territorial que existe entre los hombres, cuando una hija pasa de un bando a otro... Quizás sea un simple pololeo de chiquillos, pero ante todo mi marido no deja de ser el protector de nuestra pequeña Débora.

Pienso en mi situación y veo que no pasó lo mismo en nosotros. Yo no tenía esa figura paterna que estuviera marcando su jurisdición sobre mi.

Mi papá falleció cuando yo tenía diez años y al conocer a Josué, yo tenía 22. Iba en mi cuarto año de Pedagogía Básica en el Glorioso Insituto Pedagógico (en ese tiempo de la univerisdad de Chile). Me tocó caminar allá en los tiempos de dictadura, donde se propugnaba que Dios no era la solución a nada, que las dificultades de represión que vivíamos en esos días eran todas permitidas por un Dios indolente, a quién poco importaban el sufrimiento y la libertad (cuando creían en "algo"). Me topé con teologías comunistas para acercar a Dios a los filósofos, pero no enganché mucho. Aún en todo ese tumulto ideológico, por aquellos días participé el año que me quedaba de estudiante con unos chicos cristianos del Grupo Bíblico Universitario del Pedagógico. Allí con los chicos aprendí que se podía vivir firmemente con una esperanza renovada día a día y que Dios estaba pendiente de todo lo que sucedía. A través de la comunión con ellos, Dios me mostró su amor y le pedí perdón por vivir tantos años enojadada con El, por haberme quitado a mi padre tan niña y haber tenido que dejar a mi mamá trabajando para sustentar nuestra casa. Creo incluso que la elección de la carrera respondió inconcientemente a esa proyección de mi cuando niña y de no querer que otros fueran abandonados también...

Así las cosas. Josué tiene el privilegio de poder tener una hija a la cual celar y Débora un padre que le imponga su atención. Ambos son una bendición.

Capítulo 8: "Vuelta Vergonzosa"


[Por favor... Ahora activa el tema preparado para el capítulo de hoy, en el reproductor más arriba]

Hoy me senté junto a Moisés en el bus para volver a Santiago. Comprendo que no es su obligación el prestarme atención y también que prácticamente fuimos al campamento a trabajar, pero de todas formas yo quería que él me hablara, que me tomara la mano no durmiendo, sino conciente. Que me dijera te quiero...

Entiendo que su deseo de descansar era muy grande, pero me hubiera gustado que hubiera resistido más el sueño, que no se rindiera hasta más tarde, por último que un cuarto del camino, antes de cerrar los ojos, me diera un beso, en la mejilla que fuera. Pero no. No pasó. Gracias a Dios no roncó.

Al llegar a Santiago, al bajarnos del bus, me dijo que nos veríamos mañana, que tenía mucho sueño para irme a dejar a la casa, además que no quería que el Salo se sintiera incómodo. Justo cuando me dio un beso en la boca, vi a sus espaldas a mis papás que nos fueron a buscar al terminal. Mi hermano quizás como una forma de ayudarme (o de evitar estar frente a nosotros demostrándonos afecto) avanzó hacia ellos con los brazos extendidos, rodeando sus cuellos al mismo tiempo.

Luego ellos me vieron. Me dio mucha vergüenza, me puse roja, verde, amarilla...¡de todos colores!: Me sentí muy acalorada. Moisés también se sintió incómodo. Decidí acercarme primero a ellos. Su "hola" estaba cargado de cierta incomodidad, aunque luego el abrazo que me di con cada uno no tenía más que afecto y cariño.

Luego Moisés tímidamente saludó. Luego se despidió de mi con un beso en la cara y a lo lejos me hizo con la mano derecha un gesto de "te llamo", mientras sostenía su mochila al hombro y su bolso con la otra mano.

Camino a la casa, esperando en el paradero, arriba de la micro, y de bajada, Salomón habló del taller de mayordomía. Lo pintó como la cosa más maravillosa y dijo que le había gustado mucho. Me dijo sí, que me había puesto muy nerviosa. Que tratara de relajarme más porque lo estaba haciendo bien.

Mis papás no hablaron mucho, trataron de poner atención a lo que el Salo les decía, pero en mis adentros, sabía que estaban un poco preocupados por mi...

jueves, 22 de enero de 2009

Capítulo 7: "Déjame Estar Contigo"

Quizás Moisés no me busca tanto como yo a él. O al menos eso creo... No se. Seguramente es de nuevo toda esta inseguridad... Había un tiempo libre en el campamento que todos teníamos y que le dije a él que aprovecháramos de estar un ratito juntos. Se lo dije en la mañana, en la fila del desayuno, antes de separarnos porque tenía que ir a comer con sus hermanos menores... En el atardecer nos íbamos a juntar en un lugar que está dentro del recinto pero donde hay piedras y árboles donde nos podríamos haber sentado para hablar un momento... ¡por último que me tomara de la mano, con eso me conformaba...! ¡Pero claro! el Moisés lo olvidó todo yendo a jugar a la pelota con sus hermanos menores y después teniéndose que duchar... Me dio mucha rabia, pero se que no es bueno enrabiarme, creo incluso que me sentí un poco mal, por haber sentido así... Comienzo a pensar que fue un error haber escogido este año para dar un taller... Tengo tiempo libre, pero lo uso para arreglar pequeños detalles de la exposición que vendrá.
Me cuesta hablar con los otros talleristas, los encuentro un poco liberales a mi gusto. Por ejemplo en el lenguaje que utilizan para comunicarse con los chiquillos. Es un poco... desenfadado para mi. Me choca un poco. Trato de no juzgarlos sí...


Y ahora me está doliendo la cabeza... pero no le hecho la culpa al campamento (que ha sido el campamento recreativo menos recreativo al que he ido), sino que creo que es por lo que me ha tocado hacer y cómo lo he afrontado. Creo que le sumo también el hecho de no poder sentirme un poco menos... no se... menos responsable, menos hija de pastor... más desestresada... Aún lejos de la casa...

Mañana termina todo esto y a medio día vamos a estar listos. En un rato más es la reunión de despedida. Se va a hacer una premiación freak, donde se va a molestar un poco a todos. Ojalá que no me premien otra vez como la menos comunicativa, como hace dos años. Me pusieron "La Déjame Hablar..." parodiando lo que en realidad era que no hablaba mucho...


¡Pucha oh! Ojalá pueda hablar con Moisés en el bus de regreso, aunque sea un rato.

Me voy a la reunión de despedida.